Seis consideraciones
1
Un proyecto de arquitectura es una valoración técnica de un proyecto mental.
La valoración técnica mide la inserción del proyecto en el contexto cultural, en el mundo de las ideas sólidas y verdaderas, aquellas que derivan de las investigaciones científicas y del avanzar de la ciencia. Lo que mide el proyecto mental es su contextura humana.
2
La cuestión de la técnica adquiere en cada momento, en cada instante de tiempo, un valor especial que avanza con el avanzar de las ideas, con la precisión de cada una de ellas, con los descubrimientos y la entidad científica desarrollada en cada momento. Es por eso que es la técnica, que habla de un modo tan preciso del tiempo, casi como le ocurre a la moda, la que fija la idoneidad y la modernidad del proyecto, una modernidad que puede ser evaluada, que es el registro que permite medir los avances de la arquitectura, el territorio cultural nuevo y distinto que ella va construyendo.
El papel del proyecto mental es recordar que detrás de ese continuo de construcciones complejas hay siempre un mismo empeño de un mismo humano en alcanzar una cada vez mayor complejidad personal y una mayor complejidad en la valoración de las relaciones humanas que el proyecto trata de ordenar. Y esta complejidad es por su origen y por su destino una complejidad poética.
3
La técnica atraviesa siempre la Historia de la Tecnología, y la actualiza constantemente. Y depende de cómo lo haga, produce un brillo especial único y maravilloso. Pero un proyecto mental es un viaje invisible: existe siempre (en la arquitectura que es una real simulación y anticipación de la vida) pero “no puede verse”.
4
El proyecto mental no existe sin el proyecto técnico y viceversa. El uno no existe sin el otro. Pero la relación entre ambos es una relación que no tiene nada ni de obvia ni de sencilla. Debe construirse cada vez. El proyecto mental es opaco. Incluso oscuro. Asusta pensar que la técnica es la luz que da vida al proyecto, pero es así. Asusta pensarlo porque esa técnica a veces existe para aplacarlo, para proporcionarle opacidad en lugar de transparencia.
5
Por eso las relaciones entre el P.Mental/ P.Tecnico han tenido siempre una especial complejidad, que se elabora de un modo distinto en cada proyecto y en cada tiempo. La afirmación de que entre las estructura de los hechos y las de las proposiciones que los enuncian hay algo en común, pero que ese núcleo común no puede ser dicho, (al menos que no se busque repetir de lo que se habla) sino solo puede ser mostrado, es el mismo sistema de vínculos que funcionan entre el proyecto mental y el proyecto técnico. Lo que hay en común entre uno y otro, no puede ser dicho sino solo ser mostrado.
6
El proyecto técnico y el proyecto mental se solapan y superponen convirtiéndose de un modo alternativo a veces en el aspecto principal de la contradicción que el proyecto trata de resolver y otras veces en la contradicción principal que debe resolver el proyecto.
Ésta es una cuestión especialmente interesante en este momento, en el que culturalmente la técnica ha abordado la construcción de un sistema de referencias con el que visualizar las nuevas prácticas mentales ecológicas y relativas a la sostenibilidad con las que progresivamente va comprometiéndose la arquitectura. En este momento una de las contradicciones principales de la arquitectura es el desacuerdo entre la entidad técnica del proyecto y la entidad mental del mismo, porque ambos necesitan ser inventados, pensados ex novo y en cierta forma desde cero.
Los métodos de los arquitectos para encontrar las formas de eso acuerdos posibles sin que los resultados sean obvios o inmediatos, sino que muestren esas relaciones, puede ser distintos en cada arquitectura y en cada procedimiento. Piénsese, por ejemplo, en los procesos de borrado mutuo entre el proyecto mental y el proyecto técnico de K. Sejima, o los de neutralidad latente entre ambos de Lacaton y Vasal. Pero por contradictorio que parezca, esa indagación y esos descubrimientos solo pueden ser fruto de llevar al límite de la inspiración la fantasía y la innovación, tanto del proyecto mental como del proyecto técnico. Solo en ese límite pueden ser mostrado de un modo nuevo ese núcleo común entre los hechos de la técnica más actual y las nuevas proposiciones de la poética humana.
José Mª Torres Nadal
Alicante, mayo 2007