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El proyecto anticipa la vida de la gente. Es una simulación de esa anticipación.
Los dibujos, ya desde el origen deben referirse a esa condición de anticipación replanteando los datos técnicos y los datos mentales del proyecto. Los dibujos ya desde el principio deben dar cuenta de la complejidad que luego va a tener el edificio o la construcción.
Por un lado los datos técnicos en sus estados iniciales van buscando la definición de un valor técnico en torno al cual va a girar la invención del proyecto. Puede ser un material, un detalle constructivo, un proceso constructivo o una entidad estructural determinada etc. la que fije los documentos que irán cumpliendo sucesivamente las fases del proyecto: anteproyecto, básico y proyecto de ejecución.
Lo que no está técnicamente desde el principio, lo que no se busca desde el principio, no aparece durante el proceso o aparece de una manera precipitada y poco idónea o pertinente para ese proyecto. De ahí la complejidad de los dibujos iniciales, que deben buscar fijar todos esos parámetros. Es posible que incluso no sean “dibujos” sino otras acciones que hay que inventarse, las que fijan datos ciertos sobre los que hacer avanzar los proyectos. El interés para mí de los dibujos de Kazuyo Sejima es que en su delicadeza, en su a aparente fragilidad tratan de fijar lo mínimo para seguir avanzando sin confiar en los dibujos más de la cuenta. Si un dibujo es “delicado” parece que propicia “no confiar” mucho en él, y abre la necesidad de seguir buscando por otros procedimientos cómo se establece el recorrido entre el Proyecto Mental, y el Proyecto Técnico.
Al principio es muy poco lo que se sabe del proyecto y de su entidad “mental”. Lo único real es el vínculo curricular que ese proyecto establece en un estudio. Fuera de ese dato puede costar fijar el decurso por el que se quiere que circule el proyecto. El concepto de novedad, el abordar el proyecto solo por la diferencia de programa que supone respecto de otros, parece una manera bastante arbitraria y demasiado obvia de empezar. Y sobre todo poco receptiva hacia el trabajo que le precede.
Una posibilidad muy interesante es intentar fijar una imagen del proyecto. No una imagen grafica sino física. Una “acción humana”
He propuesto empezar por una acción “humana” para distinguirla de una acción performativa o artística. La diferencia es que la artística se referiría a una condición personal del trabajo mientras que las acciones humanas tiene que ver con registros sociales: un edifico es una entidad social.
El arte ha trabajado sobre procesos cognoscitivos complejos y “desconocidos”. Las ciencias sociales sobre la adquisición de procesos de información: por tanto recurrir a ellos como lugares de transición para fijar el proyecto mental es muy importante y tal vez imprescindible. Pero no dejan de ser técnicas auxiliares. En cambio, la representación de esa “acción humana” es una manera de intentar fijar el objeto de discusión del proyecto pero sin llegar a hablar de él cuando apenas se concoe lo que se busca. Se trata de nuevo de evitar que hechos y proposiciones digan lo mismo, en lugar de mostrar las relaciones que operan entre lo uno y lo otro.
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Intentar concentrase de una manera comprometida, mucho más que implicada, en un proyecto supone trabajar simultáneamente con registros gráficos, registros técnicos y registros mentales
Los registros gráficos permiten elaborar conceptos de un modo complejo, y sofisticado, ya sean sencillos o no. Los registros gráficos ayudan a establecer un proceso de comunicación más abierto, menos plano que el dibujo, y permite una colaboración de ideas entre varios no iguales que el dibujo técnico no lo permite ni lo propicia. Es el compromiso comunicaciónal.
Los registros técnicos deben propiciar reflexiones sociales sobre la energía y la materia. Detectan el nivel de conciencia y compromiso del proyecto y su implicación medioambiental. Esta es una cuestión esencial que debe operar desde el principio del proyecto. La sostenibilidad no es un dato sabido, sino que debe ser construido, proyecto a proyecto, acción a acción.
Los registros mentales se refieren al compromiso cultural, a la idea que el proyecto tiene de la ciudad y de los movimientos culturales que operan en ella.
De hecho sería deseable que un registro fuese a la vez grafico, técnico y mental.
Creo que las “acciones humanas”, tal como las entiendo actúan con registros que funcionan con esa condición tripartita.
Alicante 3 de junio 2007
Jose M torres Nadal