El pasado martes visité el proyecto que Andrés Jaque ha hecho para la Fundación Mies van der Rohe. Más allá de la admiración que siento por el trabajo de Andrés, un trabajo que abunda en compromisos para una redefinición ética, profesional y educativa de las practicas arquitectónicas, creo que este proyecto, así lo titula él, es decir no una intervención, no una instalación, sino proyecto, un término que fija de un modo indiscutible cómo quiere que sea entendido su trabajo para la Fundación, ha establecido de una manera muy distinta de la habitual un reparto de responsabilidades que lo convierten en, para mí, un punto de no retorno.
Este escrito no es un artículo sobre el trabajo de Andrés Jaque. Es solo una nota que trata de averiguar sobre cómo se entiende y cómo se vive ese proyecto en Barcelona. Todo lo que ocurre en Barcelona me interesa de un modo especial. Es un interés afectivo que ha movilizado mis últimas relaciones profesionales con Barcelona. El que aceptara ser propuesto para Presidente del FAD hace cuatro años; las largas conversaciones con Antonio Sanmartín ( a él le pedí esta lista de emails) y otros amigos sobre la ETSAB; mi interés por el recorrido de Vicente Guallart en el Ayuntamiento; el papel del IaaC, en sí mismo y en su relación con la Escuela de Arquitectura de Alicante, o ahora esta carta-encuesta, forman parte de esta relación que trato de mantener y de entender.
Entender, en esta ocasión, cómo quedan allí fijadas, o no, este tipo de prácticas políticas realizadas desde el exterior por alguien como Andrés Jaque que con su trabajo ha creado unos niveles de conciencia del proyecto y del trabajo arquitectónico muy diferentes de los habituales, que trata de construir realidades que se distancien por igual tanto de una práctica utópica como de una redescripción inteligente de las persistencias de nuestras instituciones, y que está desarrollando desde su estudio en Madrid procesos de creatividad en absoluto predeterminados, sobretodo en el interior de las Instituciones.
La cuidadosa selección y disposición sobre el Pabellón de los 23 dispositivos seleccionados para explicar sus interioridades como si se tratase de desvelar una forma de otra intima realidad; la extremada y cuidadosa capacidad comunicativa del texto acerca del por qué de esa selección, y finalmente ese nuevo dibujo del propio Pabellón revisitado por esos objetos, hablan de un trabajo extremadamente escrupuloso, muy ambicioso en su novedad y en su complejidad, que trata de establecer de un modo irreversible el espacio arquitectónico como un espacio político, como una construcción social.
Es una ambición no lejana a la que se proponen la construcción de los nuevos diccionarios cuando tratan de definir las nuevas condiciones de uso de la lengua. Un uso que tiene que ser necesariamente percibido de una forma distinta por un visitante exterior como yo, de quien necesariamente vive, por proximidad, por presencia ineludible, en la cotidianeidad de las instituciones. De ahí que mi interés sea averiguar hasta donde llega el alcance de este trabajo, y preguntarme si crees que la ambición del proyecto cuestiona, si nos dejamos cuestionar por ella, tres áreas en las que todos nosotros estamos implicados: una tiene que ver con nuestra apreciación de lo cultural, otra con lo nuevo profesional, y la tercera con la proyección educativa de las presencias que el pabellón suscita.
PREGUNTA 1 Algo sobre lo cultural
No es usual entender el Proyecto de Arquitectura como algo próximo a los distintos lenguajes desarrollados por “el mundo del arte”. Pero como he explicado más arriba, al nominarlo proyecto Andrés reivindica muy claramente la necesidad de mostrar disidencias de los recorridos y procedimientos habituales de la arquitectura para forzar una emancipación de sus resultados, para poder convertir cada operación en un acto de laboratorio profundamente arquitectónico. Y la invención o la incorporación de nuevos lenguajes forman parte de esas disidencias. En este sentido este proyecto de A. Jaque, es para mí el más arquitectónico de su trabajo en el sentido de querer ser algo mucho más relevante que una propuesta puntual y accidental para convertirse en un pequeño, o gran, manifiesto que tiene que ver tanto con el pasado como con el futuro.
A. Esta actitud es para ti 1) inoperante, 2) buena y ocasionalmente adecuada, o 3)algo imprescindible para el trabajo arquitectónico
B. Valora del uno al diez el valor influencia que le otorgas a este proyecto en tu propio trabajo
PREGUNTA 2 Algo sobre lo profesional
En mi explicación anterior he citado este trabajo como un punto de no retorno. Es decir uno de esos trabajos que debe instalarse de un modo “permanente” entre nuestros objetos de debate por su capacidad para suspender los juicios y valores previos· (Robert Venturi) y establecerse como un agenda alternativa, cuyo valor, cuyo extraordinario atractivo, por su ironía, por su pregnancia formal para mostrar lo ordinario como algo relevante, o por su capacidad para dirimirse en cultura localizada frente a una acción arquitectónica globalizada, es su capacidad para construir en paralelo al hacer y pensar oficial, otra agenda de potencialidades.
A. Puedes valorar si esta opinión te parece 1) poco significativa para el futuro de la arquitectura 2) medianamente interesante por ser una práctica más 3) muy oportuna e ineludible.
B. Entendiendo, tal como lo propongo, este trabajo de Andrés Jaque como un trabajo de arquitectura y no un trabajo simplemente efímero, ¿estarías dispuesto a firmar un documento pidiendo, por ejemplo, que se le diera el premio FAD de arquitectura y no de instalaciones efímeras?
PREGUNTA 3. Sobre lo educativo.
No sé si lo sabes pero los dos últimos años Andrés Jaque ha estado enseñando en la escuela de Arquitectura de Alicante. Ha impartido junto a Miguel Mesa un curso en el que el Cabaret y los Espacios de Felicidad han sido el texto y la representación arquitectónica del último curso de Proyectos. El proyecto de Andrés Jaque en la Fundación es indudablemente un espacio de controvertida felicidad. Para mí la inclusión de este tipo de posicionamientos en el espacio educativo y la consecuente creación de un tejido con numeroso de resultados, es de los pocos procedimientos que puede provocar una nueva atmosfera arquitectónica altamente emocional.
¿Crees que proyectos como éste deben dar entrada en nuestras Escuelas a otras propuestas arquitectónicas que fuercen de una vez por todas una revisión y redescripción de nuestras agendas docente?
A. Valora esta propuesta de transformación como 1) inoperante e innecesaria 2) de una oportunidad reducida o 3) imprescindible
B. ¿Puedes valorar del 1 a 10 hasta qué punto tu visita en esta ocasión al Pabellón y lo que allí se muestra va a modificar tu agenda docente? ¿Llevarás tus estudiantes a verlo?
Barcelona. Alicante Enero 2013
Jose Maria Torres Nadal